- El elevador está en el quinto piso.
- Estoy en el tercer piso.
- Quiero ir al séptimo piso.
- Por lo tanto, debo indicarle al elevador que baje del quinto piso al tercero para que me lleve al séptimo.
¿Cierto? Dígame que nunca pensó así ni siquiera una vez. La verdad es que todos lo hemos razonado así en algún momento. Sin embargo, ese razonamiento denota nuestra poca estructura mental y lógica. Además, también habla de nuestra toma de decisiones y, sobretodo, de cómo damos órdenes. Por ejemplo, el elevador no baja del quinto piso al tercero porque le haya apretado el botón con la flecha descendente; lo hace porque oprimí un botón que estaba en el tercer piso. Da lo mismo si el botón es uno o el otro. Al momento de oprimir, la computadora del elevador le indica a éste que debe descender un par de pisos. Y aquí es donde está lo divertido. El elevador llega al tercer piso, como fue solicitado, pero con la idea de que seguirá bajando (si usted oprimió el botón descendente). Lo que usted en cambio quería era ir al séptimo. En este caso debe oprimir el botón de la flecha ascendente. El elevador, bajo el comando de que lo solicitan en el tercer piso, bajará y estará listo para subirlo al piso que usted desee. ¡Hágalo, inténtelo! ¡Verá que funciona! No vaya a ser que lo traigan paseando por los pisos del edificio antes de llegar a su destino. Porque si oprimió la flecha descendente y alguien unos pisos más abajo también lo hizo porque quería ir a la Planta Baja o al Sótano, usted tendrá que convivir con toda esa gente y, además, quedar como aquél que oprimió mal el botón del elevador.
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