lunes, 28 de marzo de 2022

Humor, imprudencia, violencia y amor

 

La 94a entrega de los Oscar conmocionó a los espectadores por varias razones. Jane Campion, al ganar la estatuilla a mejor dirección siendo la tercera mujer en obtenerla en la historia de los premios; los seis premios para Dune; Coda como mejor película, y Troy Kotsur, como mejor actor de reparto, y primer actor sordo en llevarse un Oscar, entre otros. Pero el momento del que la mayoría de las redes sociales habla es el de la bofetada de Will Smith a Chris Rock. Quienes vimos en vivo dicho suceso dudamos si era un gag, parte del guión o algo auténtico. La cascada de memes no se hizo esperar, de entre los cuales quiero destacar uno que se atreve a preguntar: Will Smith, ¿héroe o amenaza?

Desde siempre son las preguntas las que nos mantienen absorbiendo el mundo, conociendo el cosmos, aventurándonos por los recovecos de nuestra mente. Son las preguntas las que permitieron el inicio de la filosofía y también las que sirven para distinguir entre lo bueno y lo malo. Pero primero comprendamos qué sucedió.

El comediante Chris Rock sube al escenario a presentar el mejor documental y lanza varias bromas a los asistentes, entre las que deja escapar una broma a Jada Pinkett Smith, esposa de Will Smith, diciendo que «la quería y esperaba verla en G.I. Jane 2». Para comprender la broma es necesario saber que Jada está rapada, como lo está el personaje de G.I. Jane en la primera entrega de dicha película. La razón por la que Jada está rapada es porque padece alopecia, algo que recientemente había compartido al público. Will Smith pasó de estarse riendo de los chistes de Rock a levantarse de su lugar y subir al escenario para abofetear al presentador y luego regresar a su lugar y gritarle que «quitara el nombre de su mujer de su maldita boca».

En primer lugar, está la comedia. Desde la antigua Grecia la comedia se caracteriza por ser irreverente. Sobre Sócrates, Protágoras y Platón comediantes como Eupolis, Calias, Aristófanes y Epícrates escribieron líneas memorables que provocan la carcajada. Algunas de estas bromas fueron todo menos inocentes, generando creencias sobre estos personajes. Por ejemplo, en la Apología platónica Sócrates señala todos los prejuicios que hay en su contra, mismos que sabe serán difíciles de erradicar en un breve discurso. Estos prejuicios pusieron a una persona en juicio y la condenaron a muerte. No por lo que realmente hacía, sino por lo que los demás creían y decían que hacía.

Las bromas pueden ser desproporcionadas y rayar en la crueldad. Normalmente son las que más impacto tienen. Y es que cabe aquí la pregunta: ¿debe el humor tener límites? Parece que no. Ponerle límites al humor es uno de los primeros pasos hacia el totalitarismo y la dictadura. ¿Qué hacer entonces ante situaciones como la descrita?

La prudencia es un rasgo fundamental aquí. Esta virtud, tan preciada por Sócrates, Platón y Aristóteles, permite afinar el juicio práctico. El humor no debe tener límites, pero el cómico prudente entiende qué chistes, aunque buenos y graciosos, están fuera de lugar. Por ejemplo, una broma sobre la herencia en un funeral está fuera de lugar. Con la virtud es posible conocer los límites que separan lo cruel de lo hilarante. Claramente Chris Rock careció de esta cualidad cuando bromeó sobre la alopecia de Jada. Pero Will Smith también manifestó su carencia al levantarse y abofetear al comediante. Hubo una exposición mediática de las terribles consecuencias de la imprudencia.

La molestia y enojo de Will Smith tienen una causa muy clara: la crueldad, disfrazada de broma, contra la enfermedad de su esposa. Pero la reacción que tuvo es desproporcionada. En lugar de abofetearlo pudo sencillamente haber exigido una disculpa frente a todos. Pero no, optó por la violencia. La reacción más primitiva fue la que mostró. En La ira y el perdón. Resentimiento, generosidad, justicia, Martha Nussbaum reflexiona sobre el papel de la ira en la sociedad. Explica que la ira busca restituir un honor perdido y devolver un estatus que la ofensa difuminó. Pero ambas cosas son intangibles, por lo que cuando se cree que la realización de la acción devolverá el honor y el estatus, realmente no lo hace. El honor y el estatus son categorías que no pueden otorgarte los demás, sino que cada persona debe saber que las tiene.

Epicteto, un filósofo estoico, escribía que de las cosas que suceden en el mundo hay las que dependen de nosotros y las que no dependen de nosotros. Entre las primeras encontramos nuestras propias opiniones y acciones; el honor, la fama y la reputación, es decir, opiniones ajenas, forman parte de las cosas que no dependen de nosotros. La infelicidad y la miseria del alma, señala el filósofo, radican en querer controlar lo que no depende de nosotros.

En Critón, Sócrates reflexiona sobre la posibilidad de escapar a la prisión y así evitar la pena de muerte que le esperaba. El argumento del diálogo versa sobre la idea de la injusticia. Se cometió una injusticia contra Sócrates al condenarlo a muerte, por lo que sus amigos hicieron una colecta para sobornar al guardia y permitir el escape de Sócrates. Él, sin embargo, antes de aceptar la oferta de Critón, se detiene a valorar las razones de por qué sí o por qué no debería escaparse de la cárcel. Efectivamente, la condena fue injusta, pues los jueces fueron incapaces de reconocer el valor de Sócrates y creyeron en todos los prejuicios que otros —entre ellos los comediantes— habían hecho sobre su persona. Pero escaparse de la cárcel también sería un acto injusto, pues sería violar una ley. Ante la encrucijada, Sócrates se pregunta si lo que vale la pena en la vida es sólo el vivir o el vivir bien. La inclinación será por la segunda opción y su justificación es que una injusticia no paga otra injusticia y que jamás debe devolverse mal con mal. La violencia nunca es la respuesta.

Lo irónico de la velada es que minutos después Will Smith se haría con la estatuilla a mejor actor por El rey Richard: una familia ganadora. En su discurso habló del amor, del valor de la familia y pidió disculpas a la Academia y al público, pero no a Chris Rock. Mencionó que «el amor te hace hacer locuras». La frase en sí no está relacionada con nada de lo acontecido, pero sí lo está. Pareciera la justificación de abofetear a alguien como respuesta a una broma —estúpida y cruel— sobre su esposa. Lo delicado de sus palabras más sus acciones es que no sólo está haciendo una apología de la violencia, sino que ha vinculado al amor con la violencia.

Vivimos una época complicada, donde se busca erradicar todo tipo de violencia doméstica: hacia los hijos, hacia los cónyuges, hacia los ancianos. Pero ¿y la violencia al prójimo? Levinás, el filósofo francés, señalaba que el conocimiento del yo inicia en la ética hacia el otro. La tergiversación del amor en nuestros días es perversa. El amor es buscar el bien del otro, no sólo de tu otro (esposa, hijos…), sino del otro. Quien es capaz de ese amor, es capaz del amor hacia sus íntimos. Pensar que un acto de amor consiste en golpear a otra persona que se burló de tu ser querido ha reducido el amor a cualquier manifestación bestial. De ser algo humano y trascendente, perdió todo valor. ¿Cuáles son las equivalencias mentales cuyas creencias nos llevan a actuar? Ojalá algún día sea el amor como auténtico bien.